Bienvenidos

El objetivo de este blog es poder compartir contigo unos minutos la Palabra de Dios y glorificarlo, encaminados por nuestro Maestro, Jesús de Nazaret.

"Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios." (1 Corintios 10:31).

miércoles, 1 de julio de 2009

Porque tú nos probaste, oh Dios; nos ensayaste como se afina la plata. (Salmos 66:10)

Al leer hoy el Salmo 66 tuve curiosidad sobre la palabra que aparece allí: “ensayaste”. Según el Diccionario de la Real Academia Española ensayar es: “probar la calidad de los minerales o la ley de los metales preciosos”. El ensayo se hace sobre aquellos objetos de los cuales se tiene sospecha de ser un metal precioso. Este ensayo es el que define su calidad y pureza como tal. O sea que el propósito del ensayo es ver si este mineral será catalogado como piedra preciosa o como una simple piedra y ser desechado.

No se toma una piedra cualquiera y se hacen ensayos sobre ella, solo aquellas sobre las cuales pesa la sospecha de ser algo precioso. Entonces para Dios somos como piedras preciosas sobre el cual hace su ensayo. Para la gloria de Dios, si somos probados, es porque Dios tiene grandes sospechas que en nosotros hay un metal precioso, las piedras no pasan por ensayos.

Entonces demos gloria al Señor por nuestras pruebas. Soltemos nuestros pecados, entreguemos nuestros corazones dispuestos a ser tratados, dejemos toda nuestra vida en sus manos, permitamos al orfebre que nos pula y nos refine.

jueves, 18 de junio de 2009

Los demonios lo reconocen

Satanás fue el primero en reconocer la autoridad de Jesús como el Santo de Dios, el Hijo de Dios aquí en la tierra. Muchos hombres, hasta hoy, aún no lo reconocieron como tal. Así el reconoce a Jesús. 

Lucas 4 (RV1960)

33 Estaba en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu de demonio inmundo, el cual exclamó a gran voz,
34 diciendo: Déjanos; ¿qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Yo te conozco quién eres, el Santo de Dios.

41 También salían demonios de muchos, dando voces y diciendo: Tú eres el Hijo de Dios. Pero él los reprendía y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Cristo.

Hasta el diablo nos revela en éstos pasajes que Jesús es el hijo de Dios y que ha venido para destruirlo, y por ende, para rescatarnos de sus garras.

Reconozcamos de una vez por todas la Autoridad sobre toda autoridad, sometiendo nuestras vidas al Señor de los Señores, Jesucristo el Santo de Dios, el Hijo de Dios. No acudamos a Cristo solo cuando necesitamos de auxilio, cambiemos nuestras prácticas de este mundo para abrazar las que Dios tiene para cada uno de nosotros. Pero no le confesemos con nuestra boca y le neguemos con nuestros actos. Grande es la recompensa que nos espera en el día del juicio final.

jueves, 26 de marzo de 2009

A mis hermanos en Cristo


Ciudad del Este, 26 de Marzo de 2009



Queridos hermanos en Cristo:

En Hechos 26:18 Pablo se encuentra frente al rey Agripa defendiendo su causa; estaba preso ya hacía un poco más de 2 años. En su relato sobre su conversión cuenta como Jesús le aparece y le confirma, entre otras cosas, para qué él es escogido, y para qué sería enviado. Entre las cosas que le dijo al rey, existe algo que particularmente a mí me hace reflexionar mucho. El versículo dice así:

“para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados.” (Hechos 26:18).

En primer lugar. Jesús claramente aquí confirma que los que no están convertidos pertenecen al reino de Satanás. No existe la conversión a medias. No existen, como se dice normalmente, los tibios. O estás con Dios o estás con Satanás. O frío o caliente. O muerto o vivo. Dios es un Dios de “ser o no ser” (Talvez Shakespeare haya tenido su única inspiración divina en ésta frase) o blanco o negro. No existe la escala de tonalidades con Él.

En segundo lugar. La conversión es para el perdón de nuestros pecados y para que recibamos la herencia reservada para los santificados. Los santificados son los que se convirtieron. No son los medio convertidos, que es una utopía; no existen. Jesús dice que vamos a recibir una herencia. No vamos a recibir media herencia. No existe un porcentaje a recibir según nuestro grado de conversión. Nadie puede tener una conversión a su manera, nadie puede seguir a Dios a su manera, no existe.

Entonces creo que es justo que cada uno de nosotros oremos por los inconversos, por las almas perdidas, por los llamados tibios, por aquellos que dicen seguir a Dios a su manera, por los que no entienden. Yo también voy orar por mi, porque debo estar cerca.

Bendiciones.
Carlos